Manjares de todo tipo. Desde la comida más exquisita, hasta la música más agradable. Esto es lo que acompaña las sonrisas de tantos de los miles de venteros ambulantes que hay en la ciudad de la Eterna Primavera. Muchas personas creen que el trabajo en la calle es algo fuerte y de temer… una afirmación como tal puede ser cierta, pero en el Centro de Medellín, de manera más específica en la calle Carabobo, la informalidad se vive como un carnaval. En esta ocasión el trabajo no parece ‘en negro’.
Colores, bullicio, música y vida es lo que adorna el sendero que contrasta con las construcciones lúgubres, antiguas y nostálgicas de sus alrededores. La vida allí es un recuerdo: cada esquina, cada instante… una fotografía. Risas, gritos de ofertas, música, carritos rechinando, son los que acompañan el ambiente amistoso bañado en los colores de la gama más alegre.
El 80% de venteros ambulantes de la ciudad se sitúan allí: el día a día en el Centro de Medellín se vive con las mejores ofertas lanzadas a gritos para obtener una buena clientela. Muchos de ellos consideran que no hay que darle la espalda a los problemas, sino una sonrisa, y todos, creyentes, agradecen devotamente a Dios por lo que les ha dado. Como afirma Leonel Castaño, vendedor de frutas, bebidas, dulces y minutos de celular, “la vida es dura, pero es bello vivirla”. O como diría Miguel Ángel Ocampo, vendedor de bebidas energizantes de Vive cien, “a los clientes hay que darles alegría, paciencia y cariño para venderles bien… gracias a Dios que me da alegría, amor, salud y paz para servir”.
Algunos irrumpen su calma al momento en que Espacio Público llega a echarlos del sitio en el que están por obstruir una vía pública, tal como lo aseguran personajes como Rubén Antonio Santa Marín, vendedor de tintos, buñuelos y arepas de chócolo; y Osvaldo Cardona, vendedor de peras de diferentes tamaños y precios.
Según la plataforma Medellín cómo vamos, la principal razón de insatisfacción con el espacio público en la percepción ciudadana, en el año 2014, fue la ocupación que realizaron los vendedores ambulantes de este, con un 72%, cifra superior a la presentada en 2013, de 44%.
Sin embargo, estos personajes que llevan siempre puesta la mejor sonrisa que les engorda sus mejillas, se levantan cada día desde muy temprano en la madrugada para recibir lo que se les venga, pero siempre con los ojos llenos de felicidad para alegrar a quien transite los caminos de la Eterna Primavera y para darle un poco de sazón a la calle.
A pesar de que Leonel Castaño sufre mucho con su soledad, después de “quedar sin familia”, como él lo nombra, hace 10 años; el hombre habla con un color de esperanza en su voz y en sus ojos, que aún con cataratas son únicos y dicen mucho de él, y agradece infinitamente que hace tres años la Alcaldía le brindó ayuda y le permitió tener un puesto de ventas en la calle Carabobo del Centro de Medellín.
Miguel Ángel, un personaje muy entusiasta, se presenta como tocayo del famoso pintor, y asegura insistente que la clave para servir a la sociedad es tener alegría, paciencia y mucho amor. Por ello, hace ocho meses comenzó a laborar vendiendo bebidas energizantes de la marca colombiana Vive Cien.
El Trío Colombiano, así se llama este conjunto musical que toca música “antigua” y de su generación, como ellos cuentan, y van todas las mañanas al pasaje Carabobo a promocionarse y de paso recibir una ‘liguita’. Esta mañana del primer miércoles de junio de 2016, llevaron 1.000 volantes para entregar y todos se habían acabado ya a eso de las 10:00 a.m.
Según un artículo de la revista Dinero, Antioquia es la región de Colombia con mayor potencial exportador de frutas con un 11.34%, por lo que las ventas de las mismas son de las más abundantes por toda la ciudad de Medellín y en este caso, en la calle Carabobo.
Según las últimas cifras entregadas por el DANE, entre enero y marzo de 2016, la proporción de ocupados informales en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue de 47,3%. Y la ciudad que registró la menor proporción de ocupados informales fue Medellín con 40,4%.
Ernesto se levanta todos los días a las 5:00 a.m. para refrescar a sus clientes con sus Bonice de 500 pesos y calmar un poco el apetito con Popetas de diferentes sabores.
Rubén Antonio Santa Marín, que parece muy parco por su expresión facial, se levanta con mucho amor todos los días a las 3:00 a.m. para servir tintos, buñuelos y arepas de chócolo en toda la madrugada, a las personas que llegan a la correspondencia de la Gobernación a estas horas, hasta las 11:00 a.m.
Juan Luis Tovar y Manuel Pacheco se levantan desde las 4:00 a.m. para regalar una sonrisa a sus clientes mientras les ofrecen unos aguacates traídos de Urabá y Necoclí por 1.500 y 2.000 pesos.
Osvaldo Cardona sale desde las 2:00 a.m. de su hogar para surtirse en la Plaza e ir a la calle Carabobo a vender peras de diferentes tamaños, desde los 500 pesos hasta las 2.000, con mucha alegría recibe a las personas que deseen comer una de sus frutas. No está de acuerdo con tener el aval de Espacio Público porque considera que trae más problemas.
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