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Jesús Abad Colorado: desde el ángulo de la dignidad

  • Foto del escritor: Alejandra Sánchez
    Alejandra Sánchez
  • 5 jun 2024
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 11 jun 2024


En sus manos no solo lleva el peso de su cámara, también carga con el peso de las miles de historias que ha conocido y retratado con ella. Jesús Abad Colorado es uno de los más reconocidos fotorreporteros colombianos que se ha enfocado en darle voz a las historias del conflicto armado para guardar su memoria.


Graduado de Comunicación Social de la Universidad de Antioquia, se dedicó a trabajar como fotógrafo de El Colombiano desde 1992 hasta 2001. Desde entonces, se ha dedicado a proyectar todas las caras del país a través del lente de su Canon EOS 5D.


Su trabajo ha participado en más de 20 exhibicienes y ha sido reconocido a nivel nacional e internacional, con numerosas premiaciones como: el premio Simón Bolívar de Periodismo por tres veces; el premio Caritas de Suiza en 2006; y el Premio de Libertad de Prensa CPP (Comité de Protección de Periodistas).


Jesús Abad da cara a esa verdad colombiana que está oculta y que él toma como misión destapar, siempre desde el ángulo de la dignidad de las personas, a las que captura con el disparo de su cámara y no el de un arma, para reconstruir sus historias y jugar el papel de “memoria andante”.


No fue el azar de la vida el que le permitió retratar la realidad colombiana, esa que está escondida bajo las grietas del espejo roto que es, para él, Colombia. Su historia hace parte de esa verdad del país a la que él quiere acercarse como periodista, porque, como asegura, “la razón de ser de un periodista está en la gente”.

 

¿Por qué estudió periodismo?


Cuando estaba terminando bachillerato, siempre leía el periódico que llegaba a la casa de mi hermana mayor, El Mundo. Alberto Aguirre y Héctor Abad Gómez eran mis ídolos, mis columnistas favoritos, ellos fueron la razón por la que quise estudiar esto. Cuando me gradué, fui a San Andrés porque tenía dos hermanos viviendo allá y podía trabajar en un almacén o en un banco, pero me devolví porque me quería presentar a Comunicación Social en la Universidad de Antioquia.


Además, mi papá trabajaba en la Universidad Nacional y allí aprendí a leer los grafitis. Yo recuerdo un día que pintaron el rostro de un muchacho de Pasto que habían matado en una pedrea, en el bloque 46, creo que era Edmundo Bravo. Era un dibujo que hablaba del conflicto y eso me cautivó.


¿Cuál fue su primera fotografía del conflicto armado en Colombia?


Fue en mayo de 1992, cuando catorce militares murieron en una emboscada entre Mutatá y Dabeiba, junto a la escuela de Alto Bonito. Los primeros que llegamos fuimos Juan Carlos Pérez, que ahora trabaja en la BBC, y yo. Vimos los platos de peltre, los uniformes y, al fondo, a unos cuarenta metros, la escuela que tenía las puertas cerradas. Me asomé a ver qué había quedado escrito en el tablero después de todo y, cuando lo hice, vi que estaba la historia de Caín y Abel escrita con tiza. Era la historia repetida de Colombia, un país en el que nos hemos matado entre hermanos desde hace siglos.


¿Cuál es su trabajo más reciente?


Es una serie de fotografías en medio de cielos estrellados en regiones donde he documentado la guerra. Las últimas las hice en nueva Venecia, un pueblo palafito donde murieron cuarenta pescadores a manos de las AUC en noviembre de 2000. Las he hecho en menguante porque no hay luna y se pueden ver mejor las estrellas. Además, porque es la época propicia para sembrar. Todo esto juego con un sentido de la vida, de esperanza… esperanza de los campesinos, los pastores, los pescadores; en regiones muchas veces apartadas, donde no hay luz y la gente se guía por las estrellas.



¿Cómo se debe actuar en esos momentos angustiosos para la persona a la que se fotografía?


Hoy muchas personas, gracias a ese trabajo que algunos hicimos, pueden hacer reclamo o que se les crea porque esta es una sociedad incrédula, especialmente la gente que vive en las ciudades y que no saben lo que es la guerra… que ponderan de la guerra sin entender lo que está pasando allá.


Yo he tenido que bajar la cámara muchas veces, porque siento que no soy oportuno, porque de pronto siento que la otra persona se incomoda, entonces pongo primero a quien está al frente. Le doy nombre a ese rostro que aparece ahí, que no es lo normal dentro del ejercicio de periodismo.


Muchas veces el periodista se pone por encima del otro, hay formas de trabajar, y la forma como yo he trabajado ha sido un ejercicio donde muchas veces el otro, el que está ahí, sabe quién soy.



¿Es decir que eso requiere conocer a las personas y sus historias principalmente?


Se necesita alguien que cuente esa historia, que lo haga con decoro, que lo haga con respeto, que lo haga con justicia, para salir a decirle a este país eso que muchas veces pasa en la soledad y en el olvido de una sociedad donde los grandes medios se concentran es en las grandes capitales, pero no se fijan en la periferia o no se camina con la gente. Por eso el periodismo es un ejercicio, no de repetir, no de ser antenas repetidoras, sino un ejercicio de caminar con la gente, para tomarle el pulso a una sociedad, dialogando con la gente, conociendo los contextos.


El trabajo nuestro no es tragarnos el carretazo que nos dice cualquier persona, el trabajo nuestro es indagar y verificar… y dudar, un periodista tiene que dudar de lo que le dicen, uno lo que tiene que hacer es tratar de acercarse a la verdad, entendiendo que la verdad es un espejo roto.


¿La fotografía le ha servido para reconstruir su propia memoria?


Más que la mía, yo estoy en mora y en deuda con mi entorno familiar, de hacerles ese homenaje también a esos ausentes que tengo en mi familia. Yo creo que muchas familias colombianas tenemos toda una historia de país.


También creo que  hay una responsabilidad de decirle a la gente lo que significa la peste de la guerra, y entenderla también me obliga moralmente (y es un compromiso ético con la vida) a generar reflexiones. Por eso, independientemente de quién desarrolle el proceso de paz, yo lo apoyo, si un líder conservador o liberal, pero el deber que yo tengo es de contribuir para que en este país cese esa violencia de tanto extremo que tenemos.


¿Qué cosas ha visto en sus viajes a las que siente que otras personas no les prestan atención?


Las cifras de muertes ligadas al conflicto armado que se muestran en público hablan de un 10 a un 15%, entonces, ¿el resto a qué corresponden?


Tenemos que prestarle atención a esa otra multiplicidad de violencias que no entendemos y que tapamos, porque precisamente cada que hay un secuestro, cada que un tatuco o una mina antipersonas explota, se vuelve la noticia del día y se nos olvida que aquí hay otra cantidad de hechos a los que no les hacemos seguimiento y en los que las autoridades no invierten todo el recurso que deberían: el tema de la violencia sexual, la violencia hacia las mujeres, los problemas con la salud, con la educación, el tema del medioambiente.


A mí me duele muchísimo este país, por ejemplo, cuando yo lo camino, yo veo los desastres medioambientales que  hay con la minería, esa que genera la destrucción de bosques, la contaminación de ríos, y uno dice: “Oiga, eso hace parte de nuestra violencia”. No solamente debimos haber marchado contra la desaparición, contra el secuestro o contra tales cosas.


¿Cree que la fotografía es una herramienta para educar a una sociedad? ¿O todos debemos conocer la realidad viviéndola?


El periodismo es una de las mejores formas para educar a una sociedad. Hay una portada de la revista de National Geographic de hace cuatro o cinco años que dice “la fotografía puede ayudar a cambiar el mundo”.


Yo creo eso, obviamente, entendiendo mi relato como testimonio. Yo, por ejemplo, no voy a ningún espacio buscando generar odio, sino reflexión; trato de presentar las diversas caras de ese espejo roto que ha sido la guerra en Colombia, para que nos miremos en él y entendamos que no hay una sola verdad, pero que como periodistas podemos ayudar a que se entienda eso que sucede.


No es mayor verdad ninguna, pero yo trato de acercarme a los que más la han vivido en carne propia, a los que más la han sufrido.


¿De qué están hechas sus fotos?


Yo creo que yo siempre he tenido ojos para la vida. En medio inclusive de la tragedia, yo siempre estoy tratando de ver la vida, yo no estoy buscando el ángulo más aterrador, sino el ángulo que hable de la dignidad, y cuando hablo de la resistencia, muestro a ese pueblo negro, ese pueblo indígena, a esas mujeres y hombres del campo, en su dignidad, muestro paisajes que para mí son esos paisajes que subvierten el orden y que me hacen acordar lo maravilloso que es Colombia.


Uno siempre tiene el ojo conectado con el alma; si yo no me he derrumbado en este país, en medio de tantas cosas duras que he vivido, ha sido por la dignidad de la gente, por la alegría, por la fortaleza, por la capacidad de resistencia o de resiliencia que tienen para seguir creyendo que es posible volver a salir adelante.




¿Qué ha aprendido entonces de esas personas que fotografía?


Esa valentía y esa fuerza que yo he encontrado en los campesinos es la que le falta muchas veces a gente de la ciudad y a esos que, desde la comodidad de los sillones de un apartamento o una casa, les falta para entender que la paz que quiere la gente en el campo es la tranquilidad de poder cultivar sus territorios y poder dormir tranquilos, sin los pasos de unas botas o los perros ladrando aterrados.


Entonces, ¿qué hacemos?, ¿maquillamos la ciudad y decimos que no pasa nada, o reconocemos esa serie de problemas conociendo la realidad? La función del periodismo es necesaria y muy importante porque de alguna manera nos está contando otra historia, otra cara.


Pero a veces en esta sociedad hemos visto mal el ejercicio del periodista por mostrar su crítica. Aquí al que pone el dedo en la llaga lo vemos como problemático. Uno tiene que agradecer que en esta sociedad haya periodistas que se arriesguen y cuenten esa otra realidad.


Los periodistas, más que reporteros, tenemos que ser humanistas para aprender a ponernos en la piel del otro.


 
 
 

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